MURALES

¡Hay días en los que me levanto con ganas de pintar el mundo! Ese fue uno de ellos. Llené el auto de pinturas, cubetas acrílicas y muchas latas de aerosol, me dirigí a buscar una buena pared: con fácil acceso, bajita que no requiera escalera y que la dueña estuviera abierta a que le pintase lo que yo quisiera.

Ese día estaba muy feliz y decidí mostrarlo pintando un un par de rostros conectados por el cerebro, pero al mismo tiempo unidos por un campo de flores.

No sabemos la importancia que tiene el arte en nuestras vidas, cómo se apropia de los lugares, cómo los identifica y genera una magia para los habitantes del lugar.

La señora que accedió a darme la pared, no era la dueña, ¡imagínate! Cuando llegó la dueña casi llora de lo enamorada que estaba de su nueva fachada. Muy agradecida, compartimos unas comidas y muchas pláticas.